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El bisfenol A, o BPA, es un componente común en las resinas y diversos tipos de plástico. En el cuerpo humano el BPA pueden actuar como hormona o alterar las funciones hormonales normales. Desde la década del 1950, el BPA ha estado en todas partes: botellas de agua, platos y vasos de plástico, cubiertas de metal en alimentos enlatados, sorbetos (pajillas), empaques de alimentos, selladores dentales, productos de limpieza, revestimiento de tuberías, entre otros tantos productos.
Análogos del BPA
En la década de los 2000, la presión pública por el potencial de exposición continua al BPA, obligó a las empresas a buscar nuevas alternativas. Gradualmente se produjo un cambio hacia el uso de análogos del bisfenol. Por ejemplo, BPS, BPF, BPAF, BPZ, BPP, BHPF, y la lista continúa.
Todos tienen “BP” en sus nombres ya que comparten la misma estructura química básica de un bisfenol. Cada nueva versión tiene solo pequeñas diferencias, como si se cambiara un bloque Lego azul por uno rojo.
Algunos de estos análogos se han detectado en muchos productos cotidianos. Por ejemplo, gel de baño, productos para el cabello, maquillaje, lociones, pasta de dientes, folletos, sobres de correo, empaques de alimentos, papel moneda (billetes), recibos de cajas registradoras y tarjetas de embarque de aviones. El BPS es el análogo comúnmente usado en los recibos de las cajas registradoras y es un químico que se transfiere fácilmente a la piel.
Las personas sin saberlo están dosificando con pequeñas cantidades de estos químicos. En ese particular, la Encuesta Nacional NHANES (siglas en inglés) de 2003 a 2004 encontró que el 92.6% de 2,517 personas evaluadas para BPA, tenían niveles detectables de este químico en la orina. Otros estudios más recientes han detectado BPS y BPF en la orina de los participantes. Se estima que casi el 81% de los estadounidenses tienen niveles detectables de BPS en la orina.
Alimentos y bebidas. Diversos estudios han demostrado que los análogos de BPA se filtran de los empaques a los alimentos y bebidas. Como resultado, la ingestión oral rutinaria de BPA es una posibilidad. De hecho, un estudio de evaluación de riesgos señaló que los alimentos enlatados contribuyen entre el 10% y el 40% de la ingesta diaria de BPA.
Una vez estos químicos ingresan al cuerpo, afectan las células de la misma forma que el BPA original. Un estudio de 2013 realizado por Cheryl S. Watson de la Escuela de Medicina de la Universidad de Texas encontró que incluso las concentraciones de BPS menores a una parte por billón, pueden interrumpir el funcionamiento normal de una célula. “Esta interrupción podría conducir a trastornos metabólicos como diabetes y obesidad, así como asma, defectos de nacimiento o incluso cáncer”, dice Watson.
Regulación
Lo ideal sería que los sustitutos utilizados para reemplazar una sustancia química preocupante fueran inertes o al menos mucho menos tóxicos que la original. Desafortunadamente, muchos sustitutos químicos no se prueban antes de comercializarse. También, varios son lo suficientemente similares al químico original como para causar preocupación. Por esa razón, es crucial que análogos se evalúen antes de usarse como sustitutos de químicos tóxicos. Estos productos pueden ser tan o más dañinos que los originales y han sido descritos como “sustituciones lamentables”.
En resumen, muchos productos manufacturados con sustitutos de BPA se consumen y se utilizan bajo la etiqueta “sin BPA”. Este término da la impresión de que los productos son seguros. Sin embargo, la seguridad de éstos no está completamente verificada. Debido a las similitudes estructurales con el BPA, estas alternativas también tienen efectos celulares dañinos.
Referencias principales
Akash, M.S.H., Rasheed, S., Rehman, K., Imran, M. & Assiri, M. A. (2023). Toxicological Evaluation of Bisphenol Analogues: Preventive Measures and Therapeutic Interventions. Royal Society of Chemistry Advances, 13(31): 21613-21628. Doi:10.1039/d3ra04285e
Inadera, H. (2015). Neurological Effects of Bisphenol A and its Analogues. International Journal of Medical Sciences, 12(12): 926-936.
Rochester, J. R. & Bolden, A. L. (2015). Bisphenol S and F: A Systematic Review and Comparison of the Hormonal Activity of Bisphenol A Substitutes. Environmental Health Perspectives, 123(7): 643-650.